Fortuna y ruina de los Osuna quedó resumida en la subasta celebrada en el Palacio de la Industria de Madrid entre marzo y abril de 1896. Catálogos impresos por la casa Suberbie enumeraban más de 20 000 lotes: tapices de la Real Fábrica, lienzos de Goya, porcelanas de Meissen y la célebre biblioteca benaventina. La prensa habló de 70 millones de reales esperados; la realidad apenas alcanzó la mitad.
El dramatismo lo pusieron los rumores: personas próximas a los acreedores aseguraban que se remataron cartas firmadas por Jovellanos y Calderón para cubrir pagarés. La grandeza de una familia se despedía entre martillazos, mientras la España curiosa hacía cola para ver el espectáculo.