Despilfarro de la nobleza española se vio a diario en la calle de Alcalá, donde la Casa de Osuna mantenía un palacio con treinta salones abiertos a diplomáticos, actores y toreros. El Semanario Pintoresco Español reseñó en 1856 banquetes con fuentes de plata y coros italianos contratados al Teatro Real.
Los rumores recogidos por periodistas hablaban de mesas cubiertas de perlas y deudas con joyeros como Luján. El aparente esplendor escondía pagarés firmados por el administrador Juan Manuel Ortiz. La España curiosa se agolpaba a las puertas mientras el tesoro familiar se evaporaba.